lunes, 27 de abril de 2015

LAS FÓRMULAS PARA LA ALIMENTACIÓN INFANTIL (capítulo 2)



LAS FÓRMULAS PARA LA ALIMENTACIÓN INFANTIL
capítulo 2



Hace aproximadamente 20 años, investigadores de diferentes países comenzaron a informar que el consumo de leche industrializada tenía ciertos efectos  nocivos sobre la salud, entre los que se destacaba el hecho de que en condiciones similares, la mortalidad era dos o 3 veces mayor en niños alimentados con biberón que en los alimentados con seno materno. En nuestro país una causa importante de mortalidad infantil se origina en el abandono de la lactancia natural, que implica la pérdida de factores protectores contra gran cantidad de infecciones. Por otro lado, este abandono también significa la desaparición de un mecanismo biológico natural que favorece el espaciamiento de embarazos. Entre los daños causados por el consumo de fórmulas  artificiales para la alimentación infantil tenemos: mala oclusión dental de los niños, mayor frecuencia de caries dental, obesidad, mayor probabilidad de contaminación, y por tanto, mayor probabilidad de sufrir gastroenteritis.


En 1973 la revista inglesa The New International publica por primera vez un artículo sobre los efectos nocivos del consumo de leches industrializadas dirigido al público en general. Un año más tarde una organización británica llamada War or Want publica un informe periodístico sobre la promoción y comercialización de fórmulas lácteas infantiles en los países en vías de desarrollo y su efecto sobre el estado de desnutrición y mortalidad infantil, haciendo referencia directa a dos grandes compañías productoras, la Cow & Gate y la Nestlé. El artículo fue publicado bajo el nombre de “The baby killer” 


El abandono de la lactancia es un fenómeno que se da en México tanto en el campo como en la ciudad.
Todos los estudios publicados en México señalan consistentemente a la escasa secreción de leche, como la principal causa de que la madre abandone la lactancia. Como ha sido señalado por muchos autores, este problema se debe a que el estímulo físico de succión del niño al pecho materno es tardío e insuficiente, o a que existe algún mecanismo inhibidor de la secreción.


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